
Estaba yo un día en una playa, examinando los trocitos de coral esparcidos por el suelo, cuando descubro que la blancura de la arena esta poblada de pequeños pedazos de algo que no puedo clasificar. Los pedazos eran alargados, de color marrón, rojo, verde y amarillo. Me dedico durante una hora y media a buscar esa especie de piedrecillas y le doy vueltas y mil vueltas a todos los bichos marinos vivientes, intentando, frustradamente, averiguar el origen de los extraños archiperres.
Cinco días después, en mi 'clase' de acrobacias, viene una chica nueva, y ... voilá! qué lleva en el cuello? pues un collar hecho de los trocitos de cosas extrañas que recogí en la playa. Me abalanzo sobre su cuello, cogo el collar, y con mi francés dudoso le pregunto si sabe de que está hecho su collar. Es un erizo gigante de Isla Mauricio. Ooooooh qué placer biológico, otro bicho clasificado. Ella se llama Maya.